lunes, 2 de julio de 2012

Fabricantes de sueños


Un estómago vacío, es un buen crisol para fundir y dar forma a una revolución. Los seres que sufren, los hambrientos, deshauciados, apaleados, olvidados de la Fortuna, son mentes dispuestas a creer todo lo que le susurren al oido encaminado a encontrar el culpable de sus desventuras. Hoy, en España, malviven miles de personas en estas condiciones, cabezas de familia con hijos que han visto, y siguen viendo, como se cierran los puestos de trabajo sin alcanzar a comprender el motivo de sus desgracias. Por perder, miles de estas personas lo han perdido todo, incluso el techo donde se cobijaban; es inexplicable para éllas, se encuentran desorientadas, sin encontrar una salida que les indique por donde recuperar lo perdido.

Es en este punto, donde los fabricantes de sueños encuentran la ocasión de sembrar su venenoso mensaje. La masa dolorida escucha ese mensaje y lo acepta, pues le señala como el esfuerzo al que han dedicado sus vidas desaparece engullido por una oligarquía que permanece impasible ante su dolor, disfrutando y derrochando lo que sus frentes sudorosas han conseguido reunir en el transcurso de los años. Y explota, se rebela, grita y se echa a la calle reclamando lo que en justicia es suyo, pero siguiendo y obedeciendo las consignas de esos maestros de la demagogia, que van indicándoles en cada momento lo que deben hacer.

Hay muchos ejemplos en nuestra Historia que muestran con detalle todo lo anteriormente escrito. Sin ir más lejos podemos observar lo que ocurre en las cuencas carboníferas del norte. Un carbón que resulta más caro que el importado del extranjero, cuyas minas debieran haber cerrado hace años, ha continuado extrayéndose perjudicando al Estado, 
obligándole solucionar dolorosamente un problema que tenía que haberse solucionado hace años, pero que entonces no convenía solucionar por motivos políticos. Los fabricantes de sueños sabían también entonces que se estaba "cebando" un colectivo con engañosas subvenciones, pero ha sido ahora, cuando la desestabilización callejera puede hacer variar la confianza que le hace falta al gobierno en su intento por la recuperación, cuando han señalado a los mineros la conveniencia de echarse a la calle para que reclamar su anterior "status" social y económico, pero silenciándoles que su anterior bienestar era subvencionado por el resto de ciudadanos a través del presupuesto.

Lo que coloquialmente denominamos "izquierda", (definición que aglutina diversas ideologías políticas y sindicales, aunque todas encaminadas, según éllos, a mejorar el nivel de vida de la clase obrera), ha sabido transmitir un mensaje, según el cual es élla, la "izquierda", la que tiene el copyright para ejercer ese derecho a la defensa obrera, aunque si escarbamos solo un poco, podemos darnos cuenta de la falacia y el engaño que esos defensores ejercen.  Donde se instala la izquierda, disminuye hasta desaparecer, el nivel de vida que el obrero pueda más o menos disfrutar. La Historia Mundial está llena de ejemplos que lo confirman.

Pero la masa es ciega y celosa. Es una cosa sabida por esos fabricantes de sueños que aprovechan cualquier circunstancia,(muchas veces provocada por éllos), para excitar al ciudadano contando con el rencor, el resentimiento y la rabia de esos pobres desgraciados, los cuales sin saberlo ni sospecharlo, les están colocando la mesa, el mantel, las viandas, la copa y el puro, a esos desaprensivos oportunistas, alimentados generosamente por los despojos de la desgracia.

Viene al caso, recordar lo acaecido durante nuestra Guerra Civil en las ciudades y pueblos ocupados por el Frente Popular(la izquierda). En todos éllos, lo primero en crearse fué el Comité Antifascista compuesto por indivíduos de las diferentes facciones izquierdistas. El Comité era el órgano supremo al que debían obediencia todas las fuerzas y ciudadanos de la población, el que señalaba quien tenía que vivir o morir, el que ordenaba las requisas y expolios que se efectuaban en iglesias, domicilios, fábricas o talleres, el que "distribuía" los alimentos disponibles para su reparto entre la población, etc.etc. Pero una cosa que se conocía, aunque no podía divulgarse pues podía acarrear graves consecuencias es que, en los domicilios de los miembros que formaban los comités, domicilios incautados a sus anteriores dueños, robados sería más exacto, no faltaba nunca de nada, desde aceite hasta leche condensada, pasando por pan, queso, jamón,etc. Y en el mientras tanto, el resto de ciudadanos tenían que malvivir con lo que les querían dar y lo que malamente podían conseguir. Aún quedan personas que pueden dar fé de lo dicho.

Estos Comités ya no existen, pero el símil podemos trasladarlo en la actualidad a las cúpulas de los partidos políticos y a los sindicatos "de clase". Los sindicalistas, sobre todo los dirigentes y cargos importantes del sindicalismo, lacayos fieles de sus correspondientes partidos, viven como reyes, manejan el dinero de las subvenciones como si fuese calderilla y, de vez en cuando, obedeciendo fielmente la estrategia de sus mantenedores, calientan motores, movilizan a sus segundones, cuyo nombre real es el de "liberados" y .... ¡a la calle!.

 El resto, esa pobre gente que cada cierto tiempo ejerce el único derecho que le queda, el del voto, casi toda perteneciente a esa masa obrera que lucha por evitar el suicidio, que se declara en huelga de hambre, que ve como sus hijos se malogran de apatía y desesperación por considerar que no tienen futuro, unos hijos en los que había puesto toda la esperanza por verlos un día crear otro hogar en el que creciesen sus nietos, esos pobres digo, van muriendo un poco cada día. Mueren de tristeza, sin fuerzas ya para quejarse.

Aunque esa masa desesperada, aplastada por unas circunstancias incomprensibles, solo necesita que esos fabricantes de sueños les exciten en su desesperación. Y como el ser humano tiene siempre necesidad de creer en algo, ocupará las calles como los mineros del carbón, y los sibilinos fabricantes de sueños regresarán a sus mansiones, a sus lujos y a su vida muelle, sin importarles, pues nunca les ha importado, ni el resultado ni el sufrimiento que puedan haber provocado con sus arengas o sus decisiones políticas.

Y disfrutando con el espectáculo, riéndose de todos, políticos, sindicalistas y obreros, tenemos al Capital, un ente irregular e confuso, formado por el deseo y la codicia de personas con un mismo objetivo, integradas bajo un heterogéneo conjunto de razas, religiones, ideologías e intereses, a las que les mueve un afán de poder y dominio, pero carentes del más mínimo sentido de la justicia o el honor. Cuando al Capital le interesa una determinada forma de gobierno en un país cualquiera, mueve los elementos necesarios para que el hecho se produzca. No importa si los caidos en dicha operación habian figurado antes en sus filas; era necesario su sacrificio para robustecer ese Capital.

Normalmente, el Capital y la Izquierda se entienden perfectamente. Un pueblo al que gobierne la Izquierda, siempre es deficitario en valores y bienes de consumo, y es precisamente bajo esas circunstancias, donde aparece el Capital con sus préstamos, ventas y donaciones, influyendo en los gustos y costumbres del pueblo, mostrando nuevas formas de comportamiento, hasta lograr que desaparezca todo signo de orgullo y autoestima entre los ciudadanos, los cuales sin darse cuenta, se han transformado en dependientes del Nuevo Orden que los gobierna, y cuyos dirigentes se han integrado entre los miles de nuevos ricos, fieles servidores y lacayos, bien pagados por el  todopoderoso Capital.

 
Para terminar, y aunque sé que algunos me tacharán de nostálgico por lo que voy a decir, no encuentro otra forma de aportar mi humilde opinión de lo que podría hacerse en la actualidad, con solo recordar al único gobernante, que sin ser capitalista, político ni sindicalista, y cuyo nombre intentan por todos los medios borrar de la memoria colectiva, supo tejer los mimbres de un cesto llamado España, aprovechando lo que tienen de bueno estas tres opciones, para que los españoles, esa ingente multitud de personas humildes, honradas y trabajadoras, llegasen a constituir una gran "clase media", viviendo en una paz duradera, producida al quedar olvidados los sinsabores dolorosos y amargos de una confrontación entre hermanos.

Pero el Mal, ha triunfado otra vez en nuestra tierra, primero por la amnesia colectiva y segundo, por haber aceptado como cantos de sirena lo que solo eran falsas promesas de prosperidad, edulcoradas artificialmente y emitidas por los embajadores del Capital, representados como siempre, por los partidos y sindicatos de clase, o sea, los fabricantes de sueños.

Eso votamos en 1977, y esto tenemos en 2012. No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oir.

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