Un estómago vacío, es
un buen crisol para fundir y dar forma a una revolución. Los seres
que sufren, los hambrientos, deshauciados, apaleados, olvidados de la
Fortuna, son mentes dispuestas a creer todo lo que le susurren al
oido encaminado a encontrar el culpable de sus desventuras. Hoy, en
España, malviven miles de personas en estas condiciones, cabezas de
familia con hijos que han visto, y siguen viendo, como se cierran los
puestos de trabajo sin alcanzar a comprender el motivo de sus
desgracias. Por perder, miles de estas personas lo han perdido todo,
incluso el techo donde se cobijaban; es inexplicable para éllas, se
encuentran desorientadas, sin encontrar una salida que les indique
por donde recuperar lo perdido.
Es en este punto, donde
los fabricantes de sueños encuentran la ocasión de sembrar su
venenoso mensaje. La masa dolorida escucha ese mensaje y lo acepta,
pues le señala como el esfuerzo al que han dedicado sus vidas
desaparece engullido por una oligarquía que permanece impasible ante
su dolor, disfrutando y derrochando lo que sus frentes sudorosas han
conseguido reunir en el transcurso de los años. Y explota, se
rebela, grita y se echa a la calle reclamando lo que en justicia es
suyo, pero siguiendo y obedeciendo las consignas de esos maestros de
la demagogia, que van indicándoles en cada momento lo que deben
hacer.
Hay muchos ejemplos en
nuestra Historia que muestran con detalle todo lo anteriormente
escrito. Sin ir más lejos podemos observar lo que ocurre en las
cuencas carboníferas del norte. Un carbón que resulta más caro que
el importado del extranjero, cuyas minas debieran haber cerrado hace
años, ha continuado extrayéndose perjudicando al Estado,
obligándole solucionar dolorosamente un problema que tenía que
haberse solucionado hace años, pero que entonces no convenía
solucionar por motivos políticos. Los fabricantes de sueños sabían
también entonces que se estaba "cebando" un colectivo con
engañosas subvenciones, pero ha sido ahora, cuando la
desestabilización callejera puede hacer variar la confianza que le
hace falta al gobierno en su intento por la recuperación, cuando han
señalado a los mineros la conveniencia de echarse a la calle para
que reclamar su anterior "status" social y económico, pero
silenciándoles que su anterior bienestar era subvencionado por el
resto de ciudadanos a través del presupuesto.
Lo que coloquialmente
denominamos "izquierda", (definición que aglutina diversas
ideologías políticas y sindicales, aunque todas encaminadas, según
éllos, a mejorar el nivel de vida de la clase obrera), ha sabido
transmitir un mensaje, según el cual es élla, la "izquierda",
la que tiene el copyright para ejercer ese derecho a la defensa
obrera, aunque si escarbamos solo un poco, podemos darnos cuenta de
la falacia y el engaño que esos defensores ejercen. Donde se instala
la izquierda, disminuye hasta desaparecer, el nivel de vida que el
obrero pueda más o menos disfrutar. La Historia Mundial está llena
de ejemplos que lo confirman.
Pero la masa es ciega y
celosa. Es una cosa sabida por esos fabricantes de sueños que
aprovechan cualquier circunstancia,(muchas veces provocada por
éllos), para excitar al ciudadano contando con el rencor, el
resentimiento y la rabia de esos pobres desgraciados, los cuales sin
saberlo ni sospecharlo, les están colocando la mesa, el mantel, las
viandas, la copa y el puro, a esos desaprensivos oportunistas,
alimentados generosamente por los despojos de la desgracia.
Viene al caso, recordar
lo acaecido durante nuestra Guerra Civil en las ciudades y pueblos
ocupados por el Frente Popular(la izquierda). En todos éllos, lo
primero en crearse fué el Comité Antifascista compuesto por
indivíduos de las diferentes facciones izquierdistas. El Comité era
el órgano supremo al que debían obediencia todas las fuerzas y
ciudadanos de la población, el que señalaba quien tenía que vivir
o morir, el que ordenaba las requisas y expolios que se efectuaban en
iglesias, domicilios, fábricas o talleres, el que "distribuía"
los alimentos disponibles para su reparto entre la población,
etc.etc. Pero una cosa que se conocía, aunque no podía divulgarse
pues podía acarrear graves consecuencias es que, en los domicilios
de los miembros que formaban los comités, domicilios incautados a
sus anteriores dueños, robados sería más exacto, no faltaba nunca
de nada, desde aceite hasta leche condensada, pasando por pan, queso,
jamón,etc. Y en el mientras tanto, el resto de ciudadanos tenían
que malvivir con lo que les querían dar y lo que malamente podían
conseguir. Aún quedan personas que pueden dar fé de lo dicho.
Estos Comités ya no
existen, pero el símil podemos trasladarlo en la actualidad a las
cúpulas de los partidos políticos y a los sindicatos "de
clase". Los sindicalistas, sobre todo los dirigentes y cargos
importantes del sindicalismo, lacayos fieles de sus correspondientes
partidos, viven como reyes, manejan el dinero de las subvenciones
como si fuese calderilla y, de vez en cuando, obedeciendo fielmente
la estrategia de sus mantenedores, calientan motores, movilizan a sus
segundones, cuyo nombre real es el de "liberados" y .... ¡a
la calle!.
El resto, esa pobre gente
que cada cierto tiempo ejerce el único derecho que le queda, el del
voto, casi toda perteneciente a esa masa obrera que lucha por evitar
el suicidio, que se declara en huelga de hambre, que ve como sus
hijos se malogran de apatía y desesperación por considerar que no
tienen futuro, unos hijos en los que había puesto toda la esperanza
por verlos un día crear otro hogar en el que creciesen sus nietos,
esos pobres digo, van muriendo un poco cada día. Mueren de tristeza,
sin fuerzas ya para quejarse.
Aunque esa masa
desesperada, aplastada por unas circunstancias incomprensibles, solo
necesita que esos fabricantes de sueños les exciten en su
desesperación. Y como el ser humano tiene siempre necesidad de creer
en algo, ocupará las calles como los mineros del carbón, y los
sibilinos fabricantes de sueños regresarán a sus mansiones, a sus
lujos y a su vida muelle, sin importarles, pues nunca les ha
importado, ni el resultado ni el sufrimiento que puedan haber
provocado con sus arengas o sus decisiones políticas.
Y disfrutando con el
espectáculo, riéndose de todos, políticos, sindicalistas y
obreros, tenemos al Capital, un ente irregular e confuso, formado por
el deseo y la codicia de personas con un mismo objetivo, integradas
bajo un heterogéneo conjunto de razas, religiones, ideologías e
intereses, a las que les mueve un afán de poder y dominio, pero
carentes del más mínimo sentido de la justicia o el honor. Cuando
al Capital le interesa una determinada forma de gobierno en un país
cualquiera, mueve los elementos necesarios para que el hecho se
produzca. No importa si los caidos en dicha operación habian
figurado antes en sus filas; era necesario su sacrificio para
robustecer ese Capital.
Normalmente, el Capital y
la Izquierda se entienden perfectamente. Un pueblo al que gobierne la
Izquierda, siempre es deficitario en valores y bienes de consumo, y
es precisamente bajo esas circunstancias, donde aparece el Capital
con sus préstamos, ventas y donaciones, influyendo en los gustos y
costumbres del pueblo, mostrando nuevas formas de comportamiento,
hasta lograr que desaparezca todo signo de orgullo y autoestima entre
los ciudadanos, los cuales sin darse cuenta, se han transformado en
dependientes del Nuevo Orden que los gobierna, y cuyos dirigentes se
han integrado entre los miles de nuevos ricos, fieles servidores y
lacayos, bien pagados por el todopoderoso Capital.
Para terminar, y aunque
sé que algunos me tacharán de nostálgico por lo que voy a decir,
no encuentro otra forma de aportar mi humilde opinión de lo que
podría hacerse en la actualidad, con solo recordar al único
gobernante, que sin ser capitalista, político ni sindicalista, y
cuyo nombre intentan por todos los medios borrar de la memoria
colectiva, supo tejer los mimbres de un cesto llamado España,
aprovechando lo que tienen de bueno estas tres opciones, para que los
españoles, esa ingente multitud de personas humildes, honradas y
trabajadoras, llegasen a constituir una gran "clase media",
viviendo en una paz duradera, producida al quedar olvidados los
sinsabores dolorosos y amargos de una confrontación entre hermanos.
Pero el Mal, ha triunfado
otra vez en nuestra tierra, primero por la amnesia colectiva y
segundo, por haber aceptado como cantos de sirena lo que solo eran
falsas promesas de prosperidad, edulcoradas artificialmente y
emitidas por los embajadores del Capital, representados como siempre,
por los partidos y sindicatos de clase, o sea, los fabricantes de
sueños.
Eso votamos en 1977, y
esto tenemos en 2012. No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni
peor sordo que el que no quiere oir.
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