Y no me gusta, porque
recuerdo otra clase de hábitos entre las personas, hoy desaparecidos
por completo, los cuales formaban parte de la vida cotidiana.
Recuerdo las relaciones que existian entre los vecinos de una casa, o
de la calle, que de todo había. Todos se conocían, bien por sus
nombres, o por ser hijo de, o por ser la nuera o el suegro de, o la
del 4º C. Cuando se hacía imprescindible pedir un pequeño favor,
no se dudaba en llamar a la puerta de alguien para conseguirlo. Todos
eran un TODO y como tal se comportaban.
Los juegos de los niños
eran callejeros, con movimiento. No existían en la calle juegos
estáticos, ya que para practicarlos los muchachos tenían que mover
los músculos a tope. Lo mismo ocurría con las muchachas. Ellas
jugaban con la comba o bien sobre un mosaico trazado sobre el suelo
con unos unos cuadros sobre los que saltaban de uno a otro.
Este vínculo entre las
personas, así como la forma de juego entre los menores ha
desaparecido. Ahora la gente no se conoce, muchas veces ni los
vecinos de una misma casa llegan a conocerse, ya que solo se ven y
hablan, a través de las convocatorias que esporádicamente celebran
llamadas "reuniones de vecinos".
Si comentamos el
comportamiento de los menores, o no tan menores, los cuales se
encierran en sus cuartos con una enorme cantidad de artilugios
electrónicos en los cuales buscan la distracción, la cosa se
desfasa.
Y en lo referente a la
televisión solo puedo decir que, puede que no conozcamos ni sepamos
el nombre del vecino o la vecina que vive a nuestro lado, pero
conocemos a la perfección, el currículum completo de cualquier
personajillo "famoso", aunque solo posea el título de
"popular", un título adquirido a base de mostrar ante la
opinión pública sus miserias, sus alegrías o sus tonterías más
íntimas, pero al que vemos diariamente por esa ventana iluminada
llamada TV, una ventana que nos guía a través de nuestra pobre y
anodina existencia, que nos indica lo que tenemos que leer, lo que
tenemos que decir, lo que tenemos que comer, como tenemos que educar
a nuestros hijos, de lo mal que se encuentran otros paises, de las
matanzas que ocurren en otras tierras, de lo buenos o malos que son
nuestros gobernantes (depende de la emisora que estemos viendo), etc.
Pero en resumen, conociendo
tanto de todo, y tan poco del que vive al otro lado del tabique de
nuestra habitación, la verdadera realidad es que somos unos
solitarios. Estamos solos al lado de miles de personas que también
están solas. Y cada vez estamos más y más solos.
Pero la vida es como un
río. Nunca retrocede hasta quedar disuelto en la inmensidad del mar.
Hoy tenemos la que nos hemos labrado a través de los últimos 40 ó
50 años, en la que poco a poco, hemos aceptado unas costumbres y
normas no escritas, pero que figuran impresas a fuego en todas las
páginas de un libro llamado "PROGRESO".
Este libro tiene muchas
cosas buenas, pero siempre van acompañadas por cosas malas. Tenemos
tantas comodidades, que sin movernos del sillón, y si nos lo podemos
permitir, con un simple mando a distancia, somos los reyes del mambo,
pero esto tiene su inconveniente; cada día nos sobra más grasa y
nuestro corazón se debilita. O sea, mal si ando, mal si no ando.
En fín, ¡esta es nuestra
vida!, por eso no me gusta.
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