miércoles, 6 de junio de 2012

Derechos, derechos, derechos


A raiz de la demanda de los hijos del fotógrafo Centelles contra un grupo religioso llamado "Testigos de Jehová", por la publicación en la revista "Atalaya" de la fotografía tomada por su padre en la Guerra Civil después de un bombardeo, voy terciar en el asunto, y no por ser miembro de la citada agrupación religiosa, sino por como a veces en la vida, vemos cosas que nos llaman la atención por encontrar en las actuaciones de la gente, y sobre todo, en lo que ha venido a llamarse "derechos de autor", el motivo para iniciar un proceso judicial, cosa que no acabo de comprender. Fijémonos en el asunto que estoy tratando:

Los hijos de un fotógrafo, poseedores de unas fotografías que fueron tomadas en el transcurso de una contienda bélica, reclaman judicialmente a un colectivo, aunque también podría ser una persona física, por hacer uso de una fotografía tomada por su padre "sin haberles solicitado el correspondiente permiso".

Siguiendo el hilo del asunto, la mujer que aparece junto al que parece un familiar, muerto en medio de la calle, con una expresión de desespero y aflicción, tambien podría, en caso de estar viva en el momento actual, o sus herederos en caso contrario, demandar a los hijos del fotógrafo "por mostrar al mundo la foto de su madre, en la intimidad de un momento desgarrador para élla, sin haberles pedido el correspondiente permiso".

Yo creo, habría que diferenciar las fotografías artísticas, en las cuales el fotógrafo se toma su tiempo, preparando el instante adecuado para que su "obra" salga perfecta, tanto la tomada en el interior de su estudio como la realizada en plena naturaleza, expresando la grandiosidad y la belleza de un paisaje, de las instantáneas de un reportaje deportivo o bélico.
 
Las primeras son una expresión artística y por lo tanto, podrían caber dentro de la normativa de protección cultural y estar protegidas por el cacareado "Derecho de Autor", pero las obtenidas en un estadio o en el transcurso de una batalla, aunque puedan ser instantáneas singulares, no creo merezcan el calificativo de expresión artística, ya que ha sido la casualidad de un momento la que ha dado fama al autor. Y no digamos cuando en plena guerra o en un estadio, se produce un desgraciado percance en el que son fotografiadas personas con los rostros desencajados viendo las heridas de sus familiares cubiertas de sangre o muertos.

Creo que esas personas, si el dolor no ocupase completamente sus pensamientos, estuviesen dispuestas a conceder el permiso a ser fotografiadas y luego expuestas en cualquier galería fotográfica.

Yo no entiendo de leyes, pero en cuestión de "derechos de autor", considero que nos hemos pasado varios pueblos. Y todo este asunto me recuerda la desfachatez y la mala uva de la Ley que ampara el que una sociedad civil, la SGAE, pueda ejercer como jurado, juez y verdugo en cualquier tema que trate la variada actividad artística, ya sea crear una canción o filmar un reportaje de bodas, metiendo sus narices, siempre amparadas por la Ley, hasta en las fiestas patronales de la población o del barrio, prohibiendo o autorizando la música o las canciones a interpretar.
Me parece que, mientras "progresamos" avanzamos en Esclavitud y retrocedemos en Libertad.

De igual forma que he expresado mi opinión con respecto a los derechos de autor, afirmo desde estas líneas, y no es porque Centelles fuese Valenciano como yo, sino porque se lo merece, que las fotos que he visto de este paisano, son de lo mejor que sobre nuestra guerra civil ha entrado por el objetivo de una cámara. Centelles supo unir oportunismo y técnica en el momento preciso de la instantánea y por eso me merece el mayor de los respetos, al contrario de Capa, el cual me parece que se sirvió demasiado de las composiciones efectivistas, buscando resultados pero sin espontaneidad.

Por la misma razón, el trabajo de Centelles tendría que estar libre de los "derechos de autor", precisamente para que su obra, como agua rebosando, se desparramara y sirviese para que los futuros reporteros gráficos tuviesen un maestro permanente en él.

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