Según
podemos leer en AD, la Comunidad Islámica de Alicante reparte estos
días alimentos a cerca de 3.000 personas en situación de extrema
pobreza. La entrega de la comida se realiza en los bajos de la
mezquita, ubicada en la avenida de Jovellanos, donde cada día se
forman largas colas para recoger los lotes de productos de primera
necesidad, como aceite, leche, arroz, galletas o pasta.
Cruz
Roja es la entidad que proporciona estos alimentos a la Comunidad
Islámica, que a su vez los hace llegar a cerca de 600 familias
inmigrantes musulmanas. “Como requisito exigimos un certificado de
empadronamiento y pruebas de que no están trabajando”, señala
Majed Khadem, presidente de la Comunidad Islámica alicantina.
Esta
entidad organiza repartos de alimentos cuatro veces al año y desde
que estalló la crisis la situación no deja de agravarse. “El
número de personas que atendemos no deja de crecer año a año. Con
la crisis la situación es dramática para muchas familias con niños
pequeños, ya que hay que tener en cuenta que las familias musulmanas
son grandes, por lo menos de 8 o 10 personas”.
La
entrega de los alimentos en la mezquita de la ciudad de Alicante se
hará durante los próximos cuatro días en horario de mañana y de
tarde.
Mientras
tanto, en muchos lugares de Europa se están produciendo situaciones
que hacen dudar si la Cruz Roja está obrando equivocadamente al
alimentar a quienes con el tiempo les obligarán a doblar las
rodillas.
En
el barrio danés de Nørrebro (Dinamarca), viven actualmente muchos
inmigrantes musulmanes, que han declarado “zona islámica” a
estos territorios. La iglesia de la Santa Cruz en Kapelvej, el Café
Viking, una taberna y a otros negocios de cristianos, han sido
requeridos para que paguen "la jizya", por vivir en
territorio musulmán.
Arabia
Saudita prohíbe la construcción de iglesias en su territorio y su
legislación castiga con la pena de muerte el proselitismo cristiano.
Sin ir más lejos; un nuevo centro cultural en Austria está siendo
fuente de polémica y discusión. Su propósito es promover el
diálogo interreligioso, pero los críticos están indignados porque
la financiación del centro proviene de Arabia Saudita, país no
precisamente conocido por su tolerancia religiosa.
Los
musulmanes suizos estiman que la cruz blanca sobre el fondo rojo es
insultante para ellos como representantes de una religión no
cristiana.
Y
así podríamos seguir con docenas de noticias parecidas, que
calladamente nos van indicando el grado de imbecilidad al que hemos
llegado, con esa democrática y cristiana forma de alimentar a las
bocas que, en un día no muy lejano, en vez de comer morderán.
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