martes, 8 de enero de 2013

¡Qué verguenza!


¿Hará falta decir que, mientras nuestros soldados protegen el régimen mafioso de Karzai, España vive la mayor crisis política, económica, moral e institucional de su historia?
¿Hará falta decir que estamos en serio riesgo de ruptura territorial ante la estulticia de una clase política infame y ambigua?
¿Hará falta decir que estamos en manos de una clase dirigente visceralmente corrupta que está esquilmando y depredando los escasos recursos económicos que nos quedan?
¿Hará falta decir que las grandes fortunas están siendo evadidas a paraísos fiscales?
¿Hará falta decir que el jefe del Estado está incapacitado para el ejercicio de su regia función ante el cúmulo de escándalos que han menoscabado hasta lo más profundo su prestigio y su autoridad?
¿Hará falta decir que, mientras España soporta a una población inmigrada cuya única ocupación es el acaparamiento de ayudas con dinero de todos, miles de españoles han perdido sus casas, sus trabajos, su autoestima y su futuro?
¿Hará falta decir que una legión de españoles se ve ya impelida a buscar entre los contenedores de basura el sustento que el Estado les niega?
¿Hará falta decir que los políticos de la democracia están en vías de acabar con el estado de bienestar, con el progreso social y con el colchón de las clases medias que fueron conquistados con el esfuerzo, el patriotismo y la disciplina laboral de nuestros mayores?
¿Hará falta decir que la criminalidad y las bandas delictivas internacionales se enseñorean de nuestras calles, barrios y ciudades?
¿Hará falta decir que crece el número de familias rotas, de españolas violadas, de ancianos condenados a morir en el ostracismo, de jóvenes víctimas del alma carroñera de muchos empresarios, de niños que no tendrán el derecho a nacer que el régimen de Franco nos concedió a todos nosotros…?
¿Hará falta decir que nuestros mejores talentos se marchan a trabajar a otros países mientras prosigue el incesante flujo de inmigrantes ilegales y sin más cualificación conocida que la de saltar vallas fronterizas?
¿Hará falta decir que un ambiente de depravación se ha instalado en todos los sectores de la vida española, a tal fin que la defensa de la vida, de la familia y de los valores tradicionales son perseguidos con saña por parte de los mismos representantes del Estado que juraron defender esos principios al inicio de la Transición?
¿Hará falta decir que este estado de descomposición social, económica y moral no ha motivado ni cartas pastorales ni homilías?
¿Hará falta decir que, mientras se cierran empresas cada día, aumenta el número de mezquitas y centros islámicos subvencionados desde instancias públicas?
¿Será preciso decir que todo este fastuoso sarao de exigencias independentistas testimonian la impotencia de una sociedad acobardada, indigna y posiblemente merecedora del fin que le aguarda?


Lo único que quiero es que España, nuestra España, sobreviva a los políticos de dentro y a los canallas de fuera.

Artículo resumido de Armando Robles en AD del 4/1/2013

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