Inglaterra
nos hace un corte de mangas en el asunto de Gibraltar, y sigue
vertiendo bloques en aguas españolas, acusando a España de limitar
el acceso a su territorio por la verja.
Obedecemos
sin protestar a que nos ordenen desde Bruselas que les abramos las
puertas de la carcel a terroristas y demás calaña.
Consentimos
que nos asalten la frontera melillense unos cuantos centenares de
subsaharianos, cumpliendo unas órdenes emitidas desde la Unión
Europea de no responder a la invasión con métodos violentos.
Sufrimos
la invasión lenta y sin pausa de los musulmanes, los cuales se toman
cada día, más atribuciones y derechos de la ciudadanía española,
y a los que subvencionamos generosamente gracias al silencio y
permisividad cobarde de nuestros representantes políticos.
Por
si faltase algo, según el Tribunal de Justicia de la Unión Europea,
España podría tener que devolver 13.000 millones de euros por haber
aplicado el llamado “céntimo sanitario” a los hidrocarburos.
Y
nos quedamos tan tranquilos, sin enfadarnos, sin responder, sumisos,
serviles, rastreros. ¡Que bajo hemos caído!. Una nación forjadora
de naciones, donde en sus dominios ¡ nunca ! dejaba de brillar el sol,
ahora tiene que conformarse con las migajas que les sobran a paises
que siempre estuvieron en el subsuelo de nuestra cultura.
Hoy,
por obra y desgracia de ser gobernados por una clase política que
solo piensa en su bolsillo, España se ha convertido en cueva de
ladrones, prostitutas y desviados sexuales. Hemos renegado de nuestra
herencia cristiana y abrazado sin darnos cuenta a la masonería y el
liberalismo. Es por esto por lo que nos gobiernan desde hace décadas
unos líderes incapaces, proclives al social-comunismo, empeñados en
la desaparición de España como Nación, aún a costa del
empobrecimiento y la desgracia de unos españoles adormecidos por el
relativismo, la molicie, el ocio y la pereza.
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