sábado, 5 de octubre de 2013

¿Quién gobierna hoy España?

"Un político piensa en las próximas elecciones, pero un estadista piensa en las próximas generaciones".James Clarke
 

Ahora, cuando la figura de Francisco Franco Bahamonde es insultada, vituperada y vilipendiada, cuando tras dejar una España desarrollada, educada, industrializada y en paz  preparada para afrontar pacíficamente su futuro, ahora digo, es motivo de críticas, hasta de los que tantísimo tienen que agradecerle. Traslado aquí un artículo escrito por un español, sacrificado por sus ideales y que supo, porque lo vivió, lo que significaba ser un buen gobernante. Decía así:


Para merecer el título de gobernante no basta con ofrecer a la Patria los mejores esfuerzos; no basta con agotar la salud y ofrendar la vida por el bien del pueblo que se gobierna; no basta con apartarse de cuantos cuidados exigen la familia y la hacienda propias. Hay que llegar a más: el despego de toda recompensa, incluso de aquella que consiste en el público aplauso.

Dios quiso hacer del oficio de gobernante uno escogido entre los escogidos. Por eso, sin duda, permitió que los más ilustres directores de pueblos recogieran amarga cosecha de ingratitudes. Tal fue la mayor señal de privilegio que pudo otorgarles: privar a su misión de todo regalo humano; dejarla en su calidad escueta y gloriosa de "deber".

La vocación de gobernante (la "pura" vocación de gobernante, no sus falsificaciones) sólo llama a los mejores espíritus. A los que, por adelantado, cuentan con que la injusticia será su galardón y lo aceptan abnegadamente.

Tendrá motivo para dudar de contarse entre los elegidos quien no se sintiera capaz de soportar en silencio, heroicamente, sobre todo durante la adversidad, el clamoreo de los mediocres, el veneno de los envidiosos, la ridícula ironía de los pedantes y el desparpajo insolvente de todos aquellos que nunca sabrán lo que es llevar con dignidad sobre los hombros el grave honor de las magistraturas.

¡No importa! En ese silencio heroico del gobernante caído se depura el alma y adquieren los ojos claridad para mirar más alto. El temporal martirio viene a ser la investidura de la Historia; nadie sin ella logrará que su nombre resuene ensalzado durante siglos. Es el purgatorio. Luego empieza la gloria para siempre.

JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA.- La Nación, 12 de febrero de 1930

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