Los
españoles que llegaron a Mauthausen formaban parte del medio millón
de refugiados que cruzó la frontera francesa hacia el final de la
Guerra Civil, ante el avance de las tropas franquistas. Estos
fugitivos republicanos, apenas pasada la frontera francesa, fueron
destinados a campos de acogida en el sur del país quedando allí
custodiados en centros de internamiento.
Iniciada
la Guerra Mundial, la mayoría de los españoles de estos centros
entraron a combatir con el Ejército francés, así como también, a
formar parte de los grupos de resistencia franceses. Y fue allí,
entre las filas de los aliados, donde fueron capturados por los
nazis. Muchos fueron enviados al frente o integrados en batallones de
trabajo. Tras el armisticio de Vichy, los alemanes capturaron a la
mayoría y los deportaron desde los campos franceses a los situados
en territorio del Reich, entre éllos el de Mauthausen"
Los
nazis denominaban "stalag" a los campos de prisioneros de
guerra, pero como para ellos los republicanos no eran considerados
prisioneros de guerra según la convención de Ginebra, ni tenían
nacionalidad, ya que el gobierno español no los consideraba
españoles por huír de su país, fueron trasladados a campos de
exterminio, junto con los judíos, los gitanos o los homosexuales.
Es
una historia trágica, ya que después de la Guerra Civil, y después
de pasar por tantas visicitudes, muchos no querían volver a España
y se quedaron a vivir en Francia. Otros, pudieron vivir en Rusia,
aunque éstos, según Carmen Parga, viuda de un general republicano,
exilada en la URSS, confesó en cierta ocasión "La Rusia de
Stalin era una Rusia tremendamente desgraciada porque Stalin fue un
opresor bárbaro, un dictador típico, pero bestial... Enseguida nos
dimos cuenta del horror que era aquello y del peligro en que vivía
toda la gente e hicimos lo que hace todo el mundo en todas las
dictaduras: disimular y callar".
Analizando
algunos puntos sobre el tema que se expone, vemos que, mientras miles
de combatientes y sus familiares cruzaban los Pirineos, creyendo que
las tropas de Franco tomarían represalias a todo el mundo, los
cuadros y mandos políticos de la República, socialistas y
comunistas, así como por una heterogénea muchedumbre, formada por
unos quince mil campesinos, obreros, intelectuales y funcionarios,
olvidándose de los que pisaban suelo francés, embarcaron en
direcciones diversas, una de éllas México, lugar de destino de los
principales miembros políticos.
Éstos,
aparte de ponerse a salvo, se llevaron un importante capital en
joyas, obtenidas de los robos e incautaciones efectuadas a las
familias acusadas de "fascistas", así como del asalto a
los templos y cajas de seguridad de los Bancos, donde muchas personas
habían depositado sus más preciados pequeños tesoros. También
añadieron al expolio, obras de arte y lingotes de oro y plata.
El
botín valía la pena: depósitos del banco de España, cajas de oro
amonedado, objetos históricos de la catedral de Tortosa, el Tesoro
Mayor y Relicario Mayor de Santa Cinta, ropas y objetos procedentes
de la catedral de Toledo, entre ellos el famoso manto de las 50.000
perlas, colecciones de monedas de alto valor numismático, con
ejemplares únicos de valor histórico, objetos de culto de la
Capilla Real de Madrid, entre ellos, el joyero y el Clavo de Cristo,
pinturas, alhajas de los Montes de Piedad, etc., etc.
La
mayor parte de la carga, de contenido ignorado, iba en más de
cien grandes maletas, que según el miembro de la ejecutiva
de la UGT y director general de la Caja de Compensaciones, Amaro del
Rosal Díaz, habían adquirido en París con gran sigilo unos
empleados del Banco de España, socialistas de confianza.
Todas
estas riquezas fueron embarcadas en el antiguo yate “Giralda” que
había pertenecido a Alfonso XIII y que ahora, con bandera
norteamericana y un nuevo nombre “Vita”, ponía rumbo a Mexico.
El tesoro llegó a Veracruz el 23 de marzo de 1939.
Como
final de este trabajo, puedo decir que mi padre, mi suegro y dos
hermanos de mi madre estuvieron encuadrados en las tropas
republicanas. Se limitaron a luchar, a disparar y a tratar de seguir
con vida en las trincheras. Cuando llegó el final de la contienda,
solo mis dos tíos estuvieron encerrados en la plaza de toros de
Valencia durante un tiempo, hasta comprobar que la única sangre que
derramaron había sido luchando en los campos de batalla y nó en las
"chekás" o en las cunetas de los pueblos, y regresaron con
sus familias. Mi suegro y mi padre ni tan siquiera fueron
interrogados.
¿Qué
tenían que esconder los que huyeron, o qué actos criminales
cometieron al amparo del poder republicano-comunista para huir de
España y no querer a regresar?.¿Porqué pasaron la frontera?. Miles
de soldados, milicianos, mujeres, ancianos y niños no la pasaron, al
comprobar que las tropas vencedoras no mataban a civiles como les
habían hecho creer. ¿ Porqué éllos nó ?. Dá que pensar.
Los
que se quedaron, los ESPAÑOLES que se quedaron, republicanos y no
republicanos, unidos levantaron España con su esfuerzo y sin ayuda,
sin el oro enviado a Rusia y bloqueados internacionalmente. A esta difícil tarea no
ayudaron los evadidos. Éstos, prefirieron luchar contra los alemanes
en Francia, (en la que se quedaron tras la guerra), defendiendo las
proclamas del mayor genocida de la Historia: Stalin. No quisieron
contribuir a mejorar el nivel de vida que se pudo alcanzar en nuestro
país, y por
eso fueron considerados antiespañoles, pero sí ayudaron a recuperar con su trabajo a Francia y pagaron su error con la
muerte en los campos de Europa, los de batalla y los de exterminio,
estos últimos creados por el segundo gran genocida de la Historia:
Adolf Hitler.
Ya
va siendo hora que se vayan diciendo verdades sobre lo acontecido. En
España, terminada la guerra, hubo represión, sí, pero recayó
principalmente sobre los que habían cometido asesinatos, muchos precedidos de horrendas torturas, efectuados sádicamente sobre personas indefensas tales
como sacerdotes, monjas, católicos en general, así como
jovencísimos seminaristas y novicias de conventos. También hubo
represión sobre los propagandistas de ideas antiespañolas,
comisarios comunistas que trataban de ejercer proselitismo entre la
juventud y campesinado rural, destrozando tesoros artísticos de
valor incalculable, así como archivos y documentos de los templos,
tratando a toda costa de borrar la Historia y acabar con el
cristianismo en España convirtiendo nuestra Patria en otro
satélite de Rusia.
La
represión, se ejerció a través de tribunales militares. Puede que,
como ocurre con cualquier obra humana, muchísimas veces pagasen
justos por pecadores, pero después de ser juzgados, cosa que
los inculpados no hicieron con los miles de personas indefensas,
asesinadas después de someterlas a terribles tormentos como ha
quedado demostrado, probado y documentado.
Hoy
se recuerda a los torturados y muertos en Mauthausen. Es
terrible lo que les pasó. Éllos luchaban y creían en un equivocado
ideal comunista, y perdieron. Mas lo que no pueden hacer los que
aún están vivos y cuentan sus experiencias, es intentar explicar a
unos jóvenes colegiales de corta edad, las cosas que les hicieron en
el campo de concentración, (como ví hacerlo en TV2 esta semana), y
no explicarles al mismo tiempo, y a esos mismos colegiales, las
barbaridades y tormentos sufridos por miles de españoles apresados
sin armas en la mano, despeñados, troceados, machacados, violados y
fusilados por los comunistas y socialistas en aquellos tiempos. No
murieron en Austria ni en Alemania, sino al lado de su casa, en la
"cheka" y en cualquier cuneta o tapia de camenterio.
Dejemos
descansar a los muertos y no envenenemos a la juventud con
explicaciones demagógicas, pensadas con el único fín de que
crezcan odiando a los malos de la derecha, o "fascista",
como la llaman los buenos de la izquierda. Bastante cruz tendrán con
vivir los tiempos que corren, tiempos de penuria, precisamente
provocados por ese afán de lujo gratis y vida muelle con que siempre
ha soñado la izquierda buena, pero sin tener que trabajar para
conseguirla.
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