jueves, 15 de agosto de 2013

¿Podemos tener esperanza?

Empresa y Trabajo: Dos palabras que representan por sí mismas la forma de vida de una comunidad, de un pueblo, de una nación.

Toda comunidad, pueblo a nación a la que le falte el motor productivo representado por su tejido industrial y su potencial obrero, tiene sus días contados. En España sufrimos actualmente ese déficit. En cuestión de pocos años, 35 para ser más exactos, España ha perdido el 80% de sus empresas y generado 6.000.000 (seis millones) de desempleados. Pero la cosa no para en este punto, ya que como consecuencia de una mala gestión política, se ha generado una deuda exterior de miles de millones de euros, deuda que frena considerablemente la recuperación nacional.

La necesidad de que el paro disminuya depende de la creación de empresas que acepten contratar trabajadores, pero.. ¿quién, en su sano juicio, aunque disponga de los medios necesarios, se atreve a montar una empresa ?. Si hubiese alguien con la decisión suficiente para realizar dicha azaña, tendría que enfrentarse en primer término, a buscar un producto que fuese mínimamente interesante para los hipotéticos futuros clientes, y además, con un precio competitivo y un coste adecuado que permitiese obtener ganancias.

Pero calcular los pros y los contras del futuro proyecto no resulta fácil. Un futuro empresario tiene que invertir capital, local industrial o comercial, instalaciones, maquinaria y asesoría, continuando con una larga lista de trámites en las distintas secciones de la Administración hasta lograr que su empresa comience a funcionar.
Una vez superados los escollos administrativos, necesitará contratar trabajadores, con lo cual, pasará formar parte de la clase “explotadora”. Si la empresa marcha bien y gana dinero, se dirá que ha sido gracias al sudor de sus asalariados, pero si tiene dificultades, motivadas por circunstancias adversas y tiene que cerrar, será difícil que sus asalariados le echen una mano, más bien serán éstos los que empeoren su situación con demandas e indemnizaciones. A resultas de todo lo anterior, puede que pierda todo su capital o resulte embargado por aquellos que se lo prestaron.
Poner en marcha una empresa dedicada a la fabricación o cualquier otra clase de negocio en estos tiempos, es un riesgo demasiado grande como para aceptarlo, y sin empresas no hay trabajo, más, y esto es lo grave, si no son competitivas por culpa de unas políticas permisivas, que han consentido la importación de toda clase de bienes de consumo, unos productos que podrían producirse perfectamente en España si el Estado pusiese coto a su afán recaudatorio, facilitando que los productos españoles pudiesen salir a los mercados en igualdad de condiciones a la de sus competidores; marroquís y chinos principalmente.

España, NUNCA VOLVERÁ A SER LA OCTAVA POTENCIA INDUSTRIAL. El Socialismo y una derecha apocada, con su meliflua amabilidad no exenta de hipocresía, han sido la causa y el efecto pernicioso de la actual situación del pueblo español.

¡ Que Dios se lo demande !

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