Por las verdades reproducidas en él, y esperando su aprobación, reproduzco el artículo aparecido en La Razón digital firmado por .Alfonso Ussia el 21-4-2013
El
brutal atentado de Boston ha servido para demostrar la grandeza y la
unidad de una ciudadanía ejemplar.
Creo
que todos los hombres libres nos sentimos un poco ciudadanos de los
Estados Unidos. Más aún, cuando apreciamos y envidiamos el
patriotismo de sus gentes y su firmeza en la lucha contra el
terrorismo. Ante la sangre inocente derramada, demócratas y
republicanos abandonan sus discrepancias ideológicas y hacen una
piña humana bajo su Bandera. El brutal atentado de Boston ha servido
para demostrar la grandeza y la unidad de una ciudadanía ejemplar.
Aquí en España, hemos padecido durante décadas el miserable
terrorismo etarra. Cada vez que un canalla era detenido, un obispo
protestaba, algún partido político se quejaba de la «desmedida
acción policial» y ante la sangre caliente de las víctimas,
alguien decía que «algo malo habrán hecho para que los maten».
En
España, seis magistrados del Tribunal Constitucional, cumpliendo a
rajatabla las directrices del Gobierno socialista y humillando las
sentencias del Tribunal Supremo, abrieron la puerta de las
instituciones democráticas a la ETA. No sirven los camuflajes de las
siglas. Bildu, Sortu, Amaiur, Batasuna, Segi, no son otra cosa que
malos disfraces del movimiento etarra. Nadie es culpable hasta que no
se demuestra su delito, pero en España, dos altos jefes de la
Policía están acusados de colaborar con la ETA. Inexplicable
situación si no estuvieran detrás de esa traición infumable las
sombras siniestras de los auténticos culpables, de los gobernantes
inductores de tamaña perversidad.
¿Se
figuran al director del FBI avisando a los hermanos Tsarnaev de los
dispositivos policiales con el fin de que escapen de la acción de la
justicia?
¿Se
figuran al obispo de Nueva York o de Boston lamentándose de la
detención de los terroristas y acudiendo a consolar a los familiares
de los asesinos abandonando la tristeza y desesperación de las
víctimas?
¿Se
figuran, con una mayoría demócrata, al líder republicano quejarse
de la desmedida acción policial y organizando una manifestación en
homenaje al terrorista abatido?
¿Se
figuran lo que sucedería en los Estados Unidos, si por una
enfermedad de gravedad subjetiva, fuera puesto en libertad el
terrorista superviviente?
¿Se
figuran lo que el pueblo americano demandaría en el caso de que ese
terrorista puesto en libertad se paseara por los bares y restaurantes
de Boston ahogándose en potes de vino y riéndose de los familiares
de sus asesinados?
¿Cuánto
duraría en la Casa Blanca un Presidente de los Estados Unidos que
propugnara el diálogo amable con el terrorismo?
¿Estaría
en libertad el responsable máximo de uno de los partidos políticos
americanos después de haber reconocido que habla mucho y con gran
afecto con uno de los principales responsables del terrorismo de Al
Qaeda?
En
España lo hace Eguiguren, y en el PSOE están encantados con ello. Y
en España, por un complejo absurdo y
medroso, el Gobierno del Partido Popular ha puesto en la calle a un
sinvergüenza canalla que ha asesinado y torturado a decenas de
inocentes.
Si
en España, la Guardia Civil o la Policía Nacional, cumpliendo con
su obligación, abatieran a un terrorista armado, ya tendríamos,
desde el Partido Comunista hasta la extrema izquierda deplorando la
actuación policial y llamando «asesinos» a los miembros de las
Fuerzas de Seguridad.
La
diferencia es tan abrumadora y tan vergonzoso su resultado, que no
nos queda otra opción que admirar, desde la lejanía, a una nación
que se une cuando su libertad y su seguridad es amenazada o
ensangrentada. ¿Se figuran a un
partidario acérrimo de los terroristas al frente de la alcaldía de
Boston gracias al complaciente permiso del más alto tribunal
norteamericano?
Los
partidarios de la libertad y de la democracia y aquellos que no lo
tienen excesivamente claro se distinguen hoy en España por sus
manifestaciones. Y desgraciadamente, seguimos igual. O peor.
Alfonso
Ussía
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