Por
el interés histórico, y por aclarar las ideas de una juventud que
realmente se interesa por la Historia de España, me permito dar a
conocer un artículo muy interesante, debido a la investigación y la
pluma de D. Pío Moa, que con su conducta, es el único historiador
que vale la pena leer y estudiar, en estos tiempos aciagos de
“tirachaquetas”,”aduladores” , “manporreros” y “perjuros”
Dice
D.Pío:
“Se
ha escrito tanto y se han expuesto tantos detalles sobre el
levantamiento del 18 de julio del 36, que los árboles han teminado
por ocultar el bosque a los ojos de la mayoría. La cuestión clave
es: ¿contra qué se sublevó aquel día una parte del ejército
(aunque el movimiento empezase el 17, por causas fortuitas)?
Según
la teoría izquierdista y separatista, aceptada por una parte de la
derecha, el ejército se habría sublevado contra una república
democráctica y contra un gobierno salido de las urnas. Se habla de
un “pronunciamiento”, de un “golpe militar”, etc., cuyo
objetivo sería defender los privilegios de una oligarquía
retrógrada, amenazados por las medidas que la república estaba
tomando a favor del pueblo trabajador.
Esta
tesis choca con demasiados obstáculos. Un golpe desde fuera del
poder es muy arriesgado, y si la tesis fuera cierta, el golpe tendría
que haberlo dado la “oligarquía” en octubre de 1934, cuando la
izquierda y los separatistas, al rebelarse contra la legalidad
republicana, le habían proporcionado la excusa perfecta para un
contragolpe desde el poder. Pues entonces la derecha estaba en el
poder, democráticamente, por cierto. La victoria de un contragolpe
“reaccionario” o “fascista” habría sido entonces segura y
rápida. En cambio, la “derecha retrógrada” defendió y mantuvo
la república frente al asalto revolucionario. Lo he documentado en
Los orígenes de la guerra civil y en Los mitos de la guerra civil,
ahora reeditado y –me gusta insistir en ello– nunca rebatido.
Habrá que explicar entonces –nunca se hace— qué pasó entre
octubre del 34 y julio del 36 para que los “reaccionarios y
fascistas” se decidieran a un golpe desde fuera del poder y con
grandes riesgos de ser vencido. Y que de hecho fracasó en tres o
cuatro días, al quedar en la parte del Frente Popular la mayor parte
de las fuerzas armadas (el grueso de la aviación y la marina, de la
Guardia Civil y de Asalto, y la mitad del ejército de tierra), amén
de la industria y las reservas financieras. El fracaso del golpe
abocó a una guerra sumamente azarosa, emprendida por los sublevados
en condiciones casi desesperadas, como bien supo apreciar el mismo
líder socialista Prieto.
Lo
que pasó entre octubre del 34 y julio del 36 fueron tres cosas
esenciales:
Que
la izquierda y los separatistas, que habían atacado a la república
con propósitos revolucionarios y, textualmente, de emprender una
guerra civil, no cambiaron básicamente de actitud después de su
derrota
Que
en las elecciones de febrero de 1936 se impuso el Frente Popular por
coacciones y métodos antidemocráticos ilegales.
Que
a partir de aquellas elecciones fraudulentas, el Frente Popular,
impulsó un sangriento proceso revolucionario desde el gobierno y
desde la calle (300 muertos en cinco meses,
cientos de asaltos e incendios de iglesias, sedes y prensa de
derecha, registros de la propiedad, invasiones de fincas, huelgas
salvajes permanentes, etc.)
En
conclusión, el Frente Popular no fue una
continuación de la república, sino la destrucción de ésta, es
decir, de su legalidad.
Izquierdas
y separatistas comenzaron la guerra civil en octubre del 34, su
derrota la interrumpió pasajeramente, y en el 36 aprovecharon unas
elecciones fraudulentas para proseguir su “defensa del pueblo
trabajador” arruinando literalmente al país, empezando por los
trabajadores (el desempleo subió en flecha durante aquellos cinco
meses de Frente Popular). Una teoría dice que el desastre económico
lo provocaba adrede la derecha, pero durante la guerra, y a pesar de
sus enormes ventajas iniciales y de no tener ninguna derecha que les
“sabotease”, el Frente Popular llevó a su zona un duro
racionamiento, el hambre masiva (más que en la posguerra) y una
desarticulación económica que dificultó luego extraordinariamente
la reconstrucción.
Contra
eso, contra la destrucción de la legalidad y la violencia
revolucionaria, se sublevó una parte del ejército, apoyada por al
menos la mitad de la población. No contra una democracia o una
república ya inexistentes. Por decirlo de otro modo, Franco
defendió en 1934 a la república, y en 1936 se rebeló contra una
revolución en marcha, que acababa de asesinar “democráticamente”
al jefe más destacado de la oposición. De no haberlo
hecho, España habría soportado un régimen de estilo soviético y
se habría visto envuelta en la II Guerra Mundial, mucho más
devastadora que la civil.
En
España la historia está muy mal analizada, unos prefieren mentir
descaradamente sobre ella y otros olvidarla como si no tuviera
importancia y “mirar al futuro”, al modo de las echadoras de
cartas. El resultado es que se hace imposible extraer ninguna
lección de la experiencia. Decía Cicerón, “Si ignoras lo que
pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño”. Una sociedad
olvidadiza, infantilizada arriesga repetir lo peor se su pasado,
observaba Santayana”.
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