miércoles, 28 de septiembre de 2011

¡¡ Que viene la Derecha !!

En el 1996, pronosticaron que Aznar pretendía privatizar la sanidad, las pensiones y la educación. Al contrario, si bien por aquellas fechas el PSOE había dejado quebrada la Seguridad Social –hasta el punto de que Pedro Solbes aconsejó que se abrieran planes privados de pensiones–, la gestión del PP fue capaz de sanearla y de crear un Fondo de Reserva.

Ahora nos encontramos en una situación parecida o peor. Zapatero, Rubalcaba y sus correligionarios han dejado vacía la despensa del Estado: desde 2004, el número de parados ha aumentado en más de dos millones, la deuda pública se ha duplicado, nuestras cajas de ahorros se encuentran desprovistas de capital, nuestra Seguridad Social vuelve a padecer un déficit de facto y la sanidad acumula unos pasivos ocultos de más de 15.000 millones. Algunas estimaciones conservadoras sostienen que Zapatero nos ha costado directamente a todos los españoles medio billón de euros, más de 11.000 euros por ciudadano

Y en medio de toda esta ruina, Rubalcaba y su equipo, principales responsables de la misma catástrofe, sólo saben acusar a la derecha de querer rebajar el sueldo a los funcionarios y las pensiones a los jubilados, de buscar introducir el copago, de desear despedir a profesores y, en definitiva, de ansiar enterrar el Estado de bienestar.

Hay que ser muy desvergonzado para, después de acometer los mayores recortes sociales de nuestra democracia y después de condenar al desempleo estructural a una generación entera de jóvenes, acusar a los demás de los defectos propios.

No, el miedo no debemos tenérselo a una derecha cuyo único propósito es que España vuelva a ser un país donde las empresas ganen dinero y donde todos los trabajadores encuentren un empleo de calidad.

El miedo deberíamos tenérselo a una izquierda sin escrúpulos, que ha preferido arruinar a un país entero antes que dar su brazo a torcer. El miedo deberíamos tenérselo a esa izquierda rencorosa, irresponsable e inutil, cuya razón de ser está sostenida por un fanatismo suicida, responsable de la actual situación en la que se encuentra nuestra nación.



martes, 20 de septiembre de 2011

China, dueña del mundo

China ha invadido literalmente nuestros mercados

Las economías populares, dependen cada vez más de los precios chinos para poder subsistir.

El éxito de los productos chinos, está cimentado en una competencia desleal basada en la injusticia social, la inseguridad jurídica y la más absoluta falta de libertad.

Si las empresas chinas tuviesen que respetar leyes medioambientales y laborales como las nuestras, o similares controles de calidad, seguridad o sanidad a las que se someten nuestros productos, no podrían exportar tan barato.

Las comunidades chinas, se han convertido en un factor desestabilizador de nuestra economía, contribuyendo a debilitar nuestro tejido industrial y comercial actuando al margen de nuestras leyes y costumbres e incluso influyendo para que nuestra legislación sea más flexible para adaptarse a sus exigencias.

Muchas empresas occidentales, incluyendo las españolas, se han trasladado desde Europa y los Estados Unidos a China, deslocalizando los medios de producción, el capital, la tecnología y unos pocos puestos de trabajo especializado, para fabricar los mismos productos a precios mucho más bajos (“competitivos” dirían los expertos) y desde allí venderlos a todo el mundo, paradógicamente, también a los obreros que han perdido sus empleos beneficiando a las empresas que les han dejado sin trabajo.

Mientras tanto nuestros países, entre ellos España, van quedandose sin industria y miles de familias pierden sus empleos y se empobrecen, mientras la clase dirigente mira para otro lado sin hacer lo más mínimo para evitarlo. Eso sí, todo en nombre del libre mercado, esa especie de dios laico cuya mano invisible todo lo regula.

Esta es la realidad de China y la influencia que ejerce sobre nosotros, de ahí que no nos podamos permitir el lujo de seguir manteniendo esta clase política dirigente tan mediocre, débil y ajena al interés nacional que nos está arruinando en lo personal y en lo colectivo.

En el país más poblado del mundo, en el que sigue campando a sus anchas la bandera de la Hoz y el Martillo, millones de chinos estan esperando la enfermedad del compañero para poder ocupar su lugar de trabajo, trabajando en condiciones de semiesclavitud, y carentes de una seguridad social digna.

Nuestros expertos en economía, sobre todo los encargados de la política económica, sentados en sus cómodos despachos, andan maravillados con el fenómeno chino, y en el colmo de la imbecilidad, alaban su competitividad y rápido crecimiento.

No es que sean tontos o no sepan la razón: ¡¡ Lo saben, y no son tontos !!, bastaría con imponer unos aranceles adecuados a la importación de productos chinos para que muchas empresas españolas volviesen a su actividad.

Esa es su gran traición y su gran pecado. Espero que el pueblo no lo olvide.