¿ Creen ustedes, que cuando los ciudadanos emiten su voto en cualquier evento electoral, esperan del candidato elegido que les adoquine las calles, transforme zona verde en edificable, cambie los bordillos de sus aceras en placas metálicas, retire el alumbrado público existente y lo cambie por otro igual de luminoso pero con otro diseño, y así sucesivamente ?. Pues nó.
El ciudadano ha emitido su voto, y espera de su elección una mejor gestión por el dinero que aporta, con el fin de obtener mayores servicios y atenciones por parte de los poderes públicos que con su dinero mantiene.
Sin embargo, los políticos, al presentarse como candidatos elegibles, esperan ser los elegidos para dar rienda suelta a proyectos hurbanísticos, los cuales creen que el ciudadano está esperando con satisfacción. Y solo con esa creencia, los ponen en ejecución, obteniendo de esta forma por una parte, satisfacer la demanda ciudadana y por otra, desviar del total presupuestado una parte sustancial de dinero hacia su patrimonio particular.
Y este estado de cosas, como pulpo gigantesco, extiende sus tentáculos desde e l municipio más humilde, hasta las grandes capitales con sus miles de ciudadanos, llegando algunas veces, hasta tocar el gobierno central de la nación.
Pero el político, o mejor dicho, la clase política, no se para simplemente con obtener un sueldo extra por sus chanchullos, no. Una vez obtenido el poder, se vé convertido en Dios, y como Él, se cree ungido por el don de la sabiduría, dando principio a una serie de leyes y ordenanzas, las cuales, bajo el pretexto del bien comun, las dicta para la mayor gloria, felicidad y bienestar del pueblo soberano.
Se prohiben todas las cosas que, mira por donde, son las que mayor felicidad proporcionan a la gente; fumar, comer y beber en la playa, educar a los hijos según crean sus progenitores, dormir sin las molestias de las algaradas etílicas, esperar apoyo policial en todo momento, sea cual sea la situación que haya provocado su intervención, ver respetadas sus creencias religiosas y políticas, etc.etc.
La casta política, una vez toma posesión de la llave y la combinación de la caja de caudales pública, cree firmemente que es la dueña de ese dinero, que puede gastarlo de la forma y manera que considere oportuna. Y así lo hace.
Cambia despachos reformando decoración y mobiliario, adquiere medios nuevos de transporte siempre de la gama más alta, se rodea de gente adicta, la cual sirve para que sean alabadas todas sus ocurrencias, y por las que les paga sueldos que nunca hubiesen soñado, viaja sin mesura y sin motivo a paises que resultaría imposible visitar de no disponer de esa llave y esa combinación, y así centenares de despropósitos acumulados que el simple ciudadano observa con asombro y con rabia contenida.
Pero...¿ qué puede hacer el simple administrado, si la única posibilidad que tiene de frenar ese latrocinio es votar cada cuatro años ?. ¿ Y a quién puede votar, si cuando reflexiona, saca como conclusión que todos los candidatos esperan su voto para robarle el poco dinero que tiene y prohibirle la poca libertad que aun disfruta ?.
Pero, y eso es lo más grave : CREE VIVIR EN DEMOCRACIA
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