En élla se vé la tranquilidad y el civismo de las gentes sencillas, cristianas, católicas, que mirando sorprendidas y asombradas, presencian la actuación de la indignidad humana y el comportamiento impropio de gentes que se autodenominan " cívicas y demócratas", y que, ante actitudes sumisas y serenas, exteriorizan las fieras que llevan dentro de sus malvados corazones, tal como respondían antaño las bestias con sed de sangre de los circos romanos.
No debemos confundir, a la persona que en su fuero interno, se siente diferente sexualmente del resto de los indivíduos de su mismo sexo, de las que actúan como el asqueroso ser de la fotografía. Estas personas han nacido así, lo llevan en sus genes desde su concepción, y tienen derecho a ser respetadas en sus preferencias de comportamiento. Las que se asemejan al desecho humano de la foto, lo han adquirido a fuerza de sumergirse en las depravaciones y vicios adquiridos en su degenerada existencia. Son los que siempre están dispuestos a las mayores aberraciones sexuales, incluyendo el proxenitismo, pervirtiendo a niñas y niños con pocos años, llegando hasta las representaciones burlescas de actos sagrados del cristianismo.
Esa es la porquería que ha salido en busca de la sana juventud venida de toda la Tierra, para increparla y atacarla dejando una muestra falsa de lo que siempre ha sido y siempre será España: Una nación de naciones, amable y acogedora con sus visitantes y que siempre lo será, a pesar de esa falsa progresía instalada entre nosotros, y que una vez más, ha fracasado ante la Fé en Dios representada por los hermanos peregrinos y los católicos españoles.